Para comenzar, llama la atención que los ingresos por peajes del Canal de Panamá crecieron en apenas el 1.0%, mientras que el manejo de carga en los puertos creció en 3.2%, cifra que dista mucho de la que mostraría un sector dinámico impulsor de la economía.
Por su parte, las reexportaciones de la Zona Libre de Colón prácticamente se desplomaron, al mostrar una tasa de decrecimiento de 17.3%, en condiciones en las que, además, las exportaciones locales de mercancías se redujo en 7.6%.
A todo esto se debe agregar que, aún con la celebración de la JMJ, los gastos de los visitantes del exterior en el país se expandió en tan solo el 0.64%, así como el hecho de que los depósitos bancarios provenientes del exterior se incrementaron apenas en 2.7%, a la vez que los préstamos al exterior se contrajeron en 1.0%. Se trata de una difícil situación para una economía que pretende comportarse como un modelo con crecimiento guiado por las exportaciones.
El problema está, además, en el hecho de que los fenómenos observados pueden mostrar una mayor permanencia que la de una simple coyuntura.
En este sentido se trata de tener en cuenta las tendencias observadas en el comercio exterior a nivel global, el cual habría perdido dinamismo, incluyendo su relación con el PIB. Más aún, la guerra comercial, tecnológica y financiera provocada por Trump no solo amenaza el crecimiento de la economía globalizada, sino con desarticular todo el entramado de las cadenas de valor. No son buenas noticias para una economía que busca desarrollarse en términos de la logística.
En las actividades guiadas hacia el mercado interno las noticias tampoco son halagüeñas. Es así que en una comparación entre el primer trimestre de esta año con respecto al mismo período del año anterior, encontramos que el costo de las nuevas construcciones, adiciones y reparaciones, indicador que apunta hacia el futuro, cayó en 25.0%, mientras que la producción de cemento gris y cemento premezclado se redujeron en 17.1% y 23.2%, respectivamente.
Todo esto muestra una situación decadente en el sector de la construcción, que ha sido un importante motor de crecimiento de la economía.
Por su parte, la producción material guiada hacia el mercado interno sigue mostrando problemas, teniendo en cuenta la continuidad del proceso de desindustrialización, que ha llevado a que este sector que en 1996 representó el 11.9% del PIB, solo explicara el 5.8% de este indicador en el 2018. A esto se debe agregar la posición colapsada que muestra el sector agropecuario.
Entonces, el análisis crítico sobre el actual modelo económico es crucial. No se puede evitar suponiendo que solo enfrentamos problemas estrictamente coyunturales.
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