El Presidente, la retórica y la canasta básica
por Juan Jované
A tres meses de su toma de posesión el Presidente de la República lanzó una enorme campaña publicitaria, en la que, de manera estridente y con pocos argumentos sostenidos en datos concretos, se hacía referencia a los supuestos logros de su administración. Más allá de su altísimo costo en términos de recursos económicos, los que bien se pudieron utilizar en aliviar alguno de los graves problemas que hoy abruman a la mayoría de la población, la campaña propagandística oficial, no constituyó más que una repetición sistemática de ficciones, destinadas, en la mejor tradición de Joseph Gobbebels, el fatídico ministro de propaganda del régimen Nazi, a tratar de crear en la población una falsa imagen de la realidad. Tal es el caso de la aseveración presidencial de acuerdo a la cual el problema de la canasta básica estaría resuelto.
Es así que, si se toman los datos del Instituto Nacional de Estadística (INEC) para septiembre de 2014, encontramos varios elementos que contradicen el discurso presidencial. En primer lugar, queda claro que la política de regulación de precios del actual gobierno está lejos de haber reducido el costo de vida del panameño, entendiendo que este no se reduce al grupo de los bienes alimenticios, si no que abarca otros importantes gastos como son el vestuario, la salud, la educación, el transporte, los servicios vinculados con la vivienda y otros. En efecto, de acuerdo a esta fuente entre septiembre de este año y septiembre del año anterior el índice de precios al consumidor de los distritos de Panamá y San Miguelito se habría elevado en 2.5%. Esto significa que el proceso inflacionario sigue presionando el nivel de vida de las familias panameña.
En segundo lugar, si nos enfocamos, siguiendo nuevamente las estadísticas del INEC, en el rubro de alimentos, encontramos que en este caso el costo de la canasta básica alimenticia prácticamente no ha mejorado en nada para el consumidor, ya que entre septiembre de 2014 y el mismo mes del año anterior la reducción ha sido de apenas el 0.2%. Vale la pena señalar que esto se da en un contexto en el que, de acuerdo a estadísticas de la FAO, el índice de precios de los alimentos a nivel internacional se ha visto reducido en casi 6.0% durante el período bajo análisis, en condiciones tales que para agosto se reportaba una caída de dicho indicador durante seis meses consecutivos. Esto significa que la alianza entre el actual gobierno y los especuladores con los bienes alimenticios sigue funcionando en contra de la población. Esto se hace más claro si se tiene en cuenta que de acuerdo con las estadísticas oficiales si al componente de alimentos se suma el de la bebidas, se observa, para el caso de los distritos de Panamá y San Miguelito, una inflación anual del 2.3%.
Donde, sin embargo, la manipulación mediática de los hechos se hace más evidente y perversa es en las estadísticas que provienen del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Es así que frente a la promesa presidencial de reducir el costo de la canasta básica en B/. 58.00 mensuales, este organismo vende la idea de que este objetivo se habría alcanzado hasta B/. 38.66 en septiembre. En realidad se trata de un manejo poco científico de los datos, ya que para alcanzar este monto el MEF suma el ahorro de tres meses: julio, agosto y septiembre. Se trata, a nuestro juicio, de un método poco ético, que además se cuida mucho de señalar que el monto mensual del supuesto ahorro a declinado en 24.5% entre julio y septiembre. En la costosa propaganda gubernamental se omite, además, el hecho de que con los propios datos del MEF se puede llegar a la conclusión de que entre agosto y septiembre el costo de la canasta básica alimenticia se ha elevado en 1.2%, lo cual apunta hacia la reactivación del proceso inflacionario que la afecta. Esto, como habíamos señalado en otra ocasión, era inevitable, dado que el control de precios se estableció sobre un número limitado de productos, dejando por fuera a muchos importantes bienes alimenticios.
No parece posible que los políticos que gobiernan entiendan que la realidad termina, tarde o temprano, imponiéndose sobre sus intentos mistificadores. La población del país esta, en base a su propia experiencia y pese a la propaganda oficial, convencida de que, siguen estando afectadas por la especulación con el precio de los alimentos. Poco a poco va queda claro que el gobierno nos lleva hacia un Estado fallido.
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