Juan Jované, activista social, economista,miembro del MIREN
En su más reciente libro, publicado bajo el título de “Creating a Learning Society” (Columbia, 2014), el polifacético premio Nobel de economía Joseph Stiglitz, junto a Bruce Greewald, llaman la atención sobre la importancia que tienen los procesos de aprendizaje para el desarrollo económico y social. En este contexto los autores dejan claro la importancia del sistema educativo en diversos aspectos, entre los que se pueden destacar el desarrollo de un entorno cognoscitivo centrado en la idea de que los cambios son posibles e importantes, así como el desarrollo de las capacidades de aprendizaje de los estudiantes, los cuales deberán aprender a aprender.
En Panamá, desgraciadamente, tanto las concepciones del equipo del gobierno saliente, las ideas que parecen guiar a la nueva administración gubernamental, así como la visión de todos los partidos tradicionales, se mantienen ancladas en los conceptos utilitarios y fundamentalistas del enfoque neoliberal. En este plano que prioriza la generación de competencia guiadas a llenar las necesidades de los sectores económicamente dominantes y de acreditaciones formales, carentes de contenido científico real, seguramente aparecerán, tarde o temprano, los llamados exámenes estandarizados, los que supuestamente promueven la calidad de los procesos de enseñanza – aprendizaje.
Estos exámenes estandarizados al estilo de las reformas neoliberales resultan ser, sin embargo, instrumentos distorsionados que limitan los verdaderos procesos de aprendizaje para el desarrollo. Es así, en primer lugar, que la experiencia muestra que el tipo de exámenes estandarizados, basados en la escogencia de la mejor respuesta de una batería múltiple, no es capaz de acreditar la presencia de una educación sólida y captar el espectro completo del conocimiento de los estudiantes. Esta es una forma de exámenes que limita la posibilidad que tienen los estudiantes de expresarse y ejercer su creatividad. Más aún, los exámenes estandarizados generan en la práctica una enorme presión sicológica sobre los educadores, los estudiantes y los padres de familia, dando lugar a un pobre ambiente de aprendizaje, cuyo elemento central es el miedo y no, la búsqueda y el descubrimiento. James Evans, autor de un interesante trabajo titulado “Problems With Standardized Testing”, asegura que “la ansiedad se convirtió en un hecho tan serio que en el 2002 los exámenes estatales de California incluían instrucciones a los maestros sobre qué hacer si los estudiantes vomitaban durante la prueba”.
En segundo lugar, tal como ha señalado el National Center of Evaluation, Standards, and Student Testing, los exámenes estandarizados llevan a la práctica de la llamada “enseñanza para el examen”, es decir hacia un esfuerzo que más que asegurar el conocimiento científico y el desarrollo de las capacidades de aprendizaje, apunta al desarrollo de las habilidades de pasar exámenes. Esto conduce a prácticas efectivamente aberrantes como lo ha subrayado Pauline Lipman en un artículo titulado “No Child Left Behind: globalization, privatization and the politics of inequality”, llamando la atención sobre la experiencia de Texas donde las escuelas más pobres gastan prácticamente todo su presupuesto de biblioteca en comprar libros diseñados exclusivamente a preparar a los estudiantes para los exámenes estandarizados. Solo las escuelas con altos presupuestos logran romper con esta barrera. Aquí la creatividad no juega ningún papel, mientras que las materias que no se consideran fundamentales, como son las relacionadas con las artes, ni siquiera hacen parte de los exámenes.
En tercer lugar, se trata de exámenes que por no estar contextualizados a las condiciones socioeconómicas y culturales de los diversos grupos de estudiantes, generan resultados altamente sesgados. Estos tienden a mostrar de manera errónea una supuesta superioridad de la educación privada con respecto a la pública. En este caso se trata de un instrumento guiado hacia la mercantilización y privatización de los procesos de enseñanza – aprendizaje. Este es un hecho importante teniendo en cuenta que el programa del gobierno entrante se propone entre sus políticas el objetivo de subsidiar a un nivel todavía más alto a la educación privada. No solo en este último sentido se trata de negocios. De hecho los exámenes estandarizados han dado lugar a toda una industria altamente rentable para quienes participan en la misma en diversas actividades, tales como el diseño de los exámenes y su calificación, así como en la de la interpretación de los resultados. Esto, desde luego, limita todavía más los recursos efectivamente disponibles para una efectiva educación de alta calidad.
Nuevamente queda clara la importancia que para los sectores democráticos de la sociedad tiene la defensa de un sistema de educación público, nacional, universal, gratuito y de calidad, que responda al interés del desarrollo humano sostenible. Las diferencias con la política del nuevo gobierno son, entonces, prácticamente inevitables.
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